Yilmaz Guney
Abdul Rahmán Ghasemlú © Carol Prunhuber.

Ghasemlú según Carol Prunhuber


Por Carmen Victoria Méndez
Tal Cual
, 15 de abril de 2008, Caracas.

La periodista venezolana ofrece un testimonio histórico  de los hechos que rodearon la muerte del líder kurdo iraní.

 

“Si algún día muero, ¿por qué no escribes un libro sobre mí?, le preguntó Abdul Rahmán Ghasemlú a la venezolana Carol Prunhuber, un día de 1984. La periodista se encontraba entonces en Kurdistán, rodando un documental para la televisión francesa sobre el conflicto armado en esta región. La frase se fijó en su mente y la llevó a escribir el interesante testimonio que presentará esta noche en el marco del Salón del Libro.

Su obra se titula Pasión y muerte de Rahmán El Kurdo: el sueño del Kurdistán. Se trata de un extenso reportaje que recopila los hechos que rodearon el asesinato del líder kurdo iraní en Viena en 1989, un crimen que –a causa de una maraña de intereses políticos- nunca fue resuelto. Prunhuber hiló sus experiencias personales con Ghasemlú al contenido de 50 entrevistas que ella y sus colaboradores hicieron en distintos países.

¿Cómo conoció a Ghasemlú?
Nos presentaron en 1984, en el Instituto Kurdo de París. En ese momento él era el líder kurdo iraní que estaba peleando contra Jomeini. La lucha armada había comenzado en 1979, y me invitó al Kurdistán para que me documentara mejor de su realidad. Como buena venezolana le dije que aceptaba su invitación y al año siguiente monté un documental con la agencia de televisión francesa Gamma. Nos fuimos un equipo de tres personas.

¿Qué impresión guarda de ese primer encuentro?
Fue un shock. Ghasemlú hablaba un francés exquisito, además de otros siete idiomas. Me impresionó el refinamiento y la cultura de ese hombre. Ahí mismo me di cuenta del carisma que tenía. Mientras hablábamos estábamos rodeados de gente, porque todo el mundo quería escucharlo. Él mismo arregló las visas para nuestro viaje. Cuando llegué al Kurdistán me lo encontré vestido de kurdo. Me impactó mucho su vestidura, así como la deferencia con que lo trataban. Lo vi en toda su estatura política.

¿Qué encontró usted en Kurdistán?
Entramos por Bagdad. Estuvimos una semana con los peshmerga, los guerrilleros kurdos, en las montañas donde combatían al régimen de Jomeini. Peshmerga significa aquel que va delante de la muerte. Visitamos la prisión y conocimos el Cuartel General la primera semana. Un día nos llevaron a la frontera, nos montaron en unas mulas cargadas de municiones con katiuskas y kalachnikovs y empezamos a subir montañas. Tardamos 14 horas en llegar a Irán. Fue un viaje bastante impresionante.   En el Kurdistán iraní pasamos una semana más. Cubrimos la guerrilla, y lo que pudimos ver en ese momento es que estaban muy compenetrados con la gente del pueblo. Presenciamos un combate y esas experiencias las recogí en un diario; en el libro forman parte del cuarto capítulo.

¿Se centra más en el asesinato del líder?
Sí. Ocurrió en Viena, en 1989, en un intento de negociación con los iraníes. Le habían dicho que no fuera a la Asamblea porque las relaciones con Jomeini ya estaban tensas. Ya en 1988 a través del líder kurdo iraquí, Jalal Talabani –que tenía relaciones con el Gobierno islámico- se habían establecido unas negociaciones de paz. Las reuniones en Viena fueron organizadas por Talabani, lo que significa que había seguridad. Tuvieron varios encuentros pero después los iraníes, de repente, cortaron las relaciones, dijeron que no querían seguir conversando.

¿Y qué pasó después?
Unos meses después, en 1989, el gobierno iraní contacta a un intelectual kurdo iraquí para que contacte a Ghasemlú. Querían empezar unas negociaciones de paz, pero nadie entiende por  qué Ghasemlú acepta ir a esa cita sin informar a nadie. Muy pocas personas sabían de estos encuentros, su partido no lo sabía. Él se fue sin seguridad. La gente que lo recibió en Austria no sabía con quién se va a reunir. Todo es secreto. Durante la segunda reunión lo mataron.

¿Quiénes lo mataron?
En la cita estuvieron involucrados tres emisarios del Gobierno iraní con pasaporte diplomático y tres kurdos. De esa reunión salieron tres kurdos muertos y un iraní herido. El crimen quedó sin resolver por presiones políticas: los iraníes presionaron al Gobierno de Austria, encargado de llevar a cabo las investigaciones. Además, todo eso ocurrió poco antes de que estallara en Austria un escándalo de venta de armas a Iraq e Irán – lo cual estaba prohibido en dicho país-  que involucraba a personeros del estado austriaco.

En su libro menciona al actual presidente de Irán como uno de los cómplices.
Austria permitió que dos testigos se fugaran y el caso quedó ahí. La viuda de Ghasemlú empezó entonces una querella contra el estado austriaco. El diputado del Partido Verde, Peter Pilz fue una de las personas que trató de mover el caso, pero no logro que siguiese adelante. En 2005, Pilz salió diciendo que tenía pruebas de la implicación del Gobierno y pide que se abra nuevamente la investigación. Él acusa a Mahmud Ahmadineyad  de estar implicado en la planificación del asesinato, así como el entonces presidente de Irán, Akbar Hashemi Rafsanyani, de haber dado la orden. Pero nada de eso se pudo probar.

Abdul Rahmán Ghasemlú

 

Carol Prunhuber © Saúl Uzcátegui / Tal Cual


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