Jafar Hassan, Kurdish singer, coming back to his homeland, Iraq 2000. © Chris Kutschera

Por un Kurdistán independiente

Por Julio César Pineda
El Universal
, México, 15 de abril, 2010.

Recientemente adquirimos el libro “The Passion and Death of Rahman the Kurd” de la escritora venezolana Carol Prunhuber. En 1985 viajó a las regiones del Kurdistán como corresponsal de la TV francesa, para cubrir el conflicto de los kurdos en Irán. Carol había conocido en la década de los 80 a Rahmán Ghasemlú, el más importante líder kurdo-persa, lo acompañó a las montañas conviviendo con las guerrillas kurdas, adquirió un conocimiento amplio del drama de esta población originaria no solo de Irán, sino también de Siria, Turquía e Irak, Estados donde se les impide la exigencia de una patria con su gobierno, su población y su identidad autónoma. La periodista toma la figura de Rahmán a raíz de su asesinato en Viena por el régimen iraní, hace más de 20 años, para acercarnos a la tragedia de los 30.000.000 habitantes del pueblo kurdo. El parlamentario británico Eric Avebury, al presentar este libro refiere que la venezolana “demuestra cómo Irán desarrolló una política de asesinato a los oponentes al régimen donde Ghasemlú era un primer objetivo”. Nuestra compatriota Elizabeth Burgos lo cataloga “de excepcional, riguroso trabajo de historia contemporánea donde se refleja la política mundial de los kurdos”.

La cuestión kurda puede
asimilarse a la causa palestina
y a la cuestión armenia

Represión

Me tocó por tres años representar como Embajador a Venezuela en Irak, fui testigo de la terrible represión del dictador Saddam Hussein contra los kurdos iraquíes y comencé a entender y comprender la tragedia de este pueblo del cual poco se habla, aunque desde 1991 la presión internacional les ha permitido mayor protección en Irak. Con la caída del dictador Hussein se puso fin al privilegio de la minoría sunita, con la participación de chiítas y kurdos en todas las esferas del gobierno. Terminada la Segunda Guerra Mundial la primera expresión de un pequeño Estado kurdo fue en Irán en la República de Mahabad con solo diez meses de existencia. Derrotado el Imperio Otomano con la presencia francesa y británica en el Medio Oriente por el Tratado de Sevres, en agosto de 1920 se aceptó la creación de un Kurdistán independiente, pero posteriormente por el Tratado de Lausanne de 1923 se abolió esta disposición. El nuevo orden internacional con la Organización de Naciones Unidas fue permeable a la solicitud de los kurdos de un Estado independiente y soberano, pero nunca se ha concretado.

Un modelo

En 1995 los kurdos constituyeron en La Haya un Parlamento en el exilio con las representaciones kurdas de los Estados donde habitan. El ejemplo de la autonomía kurda lograda en Irak es un modelo que tratan de seguir las demás regiones de esta nación, pero este hecho crea preocupación en los gobiernos de Turquía, Siria e Irán que se niegan a pérdidas territoriales y poblacionales. En Irán hay 9.000.000 de kurdos, en Turquía 19.000.000, en Siria cerca de 1.000.000, pero también se encuentran kurdos en las antiguas Repúblicas Soviéticas cuando estas poblaciones fueron deportadas por el dictador Stalin desde 1937 a las Repúblicas de Kazajstán, Afganistán y Turkmenistán. Por razones económicas o políticas muchos kurdos han emigrado a varios Estados europeos, especialmente a Alemania, Austria, Suiza y también a Estados Unidos.

Conocimos la región kurda de Irak y siempre sentimos de su población el deseo de su independencia  y solidaridad con sus poblaciones en la región. Los kurdos de Irak cuentan con grandes recursos petroleros, agua y nivel aceptable de desarrollo, tienen sus propias leyes y tribunales. Desde el 2005 en el nuevo reparto del poder en Bagdad, el kurdo Jalal Talabani es el presidente de la República con un primer ministro chiíta.

Los hijos y descendientes de Saladino (1139-1193), el primer kurdo considerado héroe en el Medio Oriente, quien reconquisto Jerusalén frente a las cruzadas cristianas; hoy en el siglo XXI tratan de encontrar apoyo internacional para la nación kurda, pero sobre todo para el reconocimiento de su Estado por las Naciones Unidas, por los árabes y persas del Medio Oriente.

Con el libro de Carol Prunhuber, la figura de Abdul Rahmán Ghasemlú adquiere la dimensión histórica en su lucha por el reconocimiento del pueblo kurdo en un Estado democrático y moderno. La cuestión kurda puede asimilarse a la causa palestina y a la cuestión armenia, todas originadas en el siglo XX con la caída del Imperio Otomano, cuando el mundo occidental se repartió el Medio Oriente trazando fronteras artificiales.

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