Willy Brandt
Willy Brandt. Foto : Deutsche Welle © WBAim AdsD der FES

La Internacional Socialista piensa en el futuro

El Nacional de Caracas, 22 de marzo, 1992, Madrid.

AP es el sociopolítico más importante en América Latina
La Internacional Socialista ya no es una organización de revolucionarios marxistas como en el pasado, sino una especie de club político moderado que atempera las temibles fuerzas a las que está sujeta la política internacional de Europa.

 

Para Felipe González los momentos que se viven en Venezuela “reafirman mi convicción en torno a las posibilidades del socialismo democrático. En Venezuela se ha asistido al mayor crecimiento económico en América Latina en los últimos años, pero al mismo tiempo se vive una situación explosiva a causa de la existencia de una sociedad que aún no percibe los beneficios de la creación de la riqueza”

MADRID (Exclusivo para El Nacional)- “La Internacional Socialista se solidariza con el Presidente venezolano Carlos Andrés Pérez quien no pudo estar presente debido a las dificultades que enfrenta en su país”, dijo Willy Brandt en la capital española. Estas fueron prácticamente las últimas palabras de este alemán, casi octogenario, que ha presidido durante dos décadas la IS, en su última reunión como tal realizada en días pasados en la capital española. En esta restringida reunión de la organización, el francés Pierre Mauroy lo sustituyó al frente de la Internacional Socialista.

Han pasado sesenta años desde que Brandt escapara de la Alemania nazi sobre un par de esquís para refugiarse en Noruega. Brandt, que cambió entonces su nombre original –Herbert Frahm para despistar a los agentes de la Gestapo, ha sido un hombre de su tiempo: luchó contra el nazismo, fue alcalde de Berlín cuando la ciudad estaba rodeada por el cinturón de hierro de las tropas soviéticas, llegó a la Cancillería en 1969 e inauguró lo que el mundo conocería como la Ospolitik, un esfuerzo de apertura al Este que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1971.

Su carrera se quebró cuando se descubrió abruptamente que Gunther Guillaume, su secretario, era un espía de la Stasi que pasaba los secretos mejor guardados de Alemania al servicio de inteligencia de la URSS.

Durante dos décadas presidió la Internacional Socialista, que hace mucho ya no es una organización de revolucionarios marxistas, como en el pasado, sino una especie de club político moderado que atempera las terribles fuerzas a las que está sujeta la política internacional en Europa. En los últimos años, este hombre lleno de vida, aficionado al alcohol, a la buena conversación y a las mujeres bellas (se ha casado tres veces) ha contribuido en buena medida al triunfo de la distensión, y ha sido testigo de excepción del derrumbe del imperio soviético.

Hace diez años, su sustitución por un hombre del socialismo francés hubiera creado un cataclismo. Franceses y alemanes han mantenido una pugna por el control de la IS. Los alemanes, conducidos por Brandt, conquistaron el socialismo español y prepararon a Felipe González para su llegada al poder. François Mitterrand, hoy en un declive físico y político evidente, ofrecía alternativas a la variante germana y nórdica del socialismo proponiendo un bloque del Mediterráneo.

Pero los tiempos han cambiado. Los socialistas, que repudiaban el capitalismo, se preocupaban todavía más por la amenaza que llegaba de Europa del Este. Pero el Comunismo ha muerto. Moscú está de rodillas y personalidades como las de los Brandt y los Mitterrand desaparecen como ocurriera con los italianos Pietro Nenni y Sandro Portini. Los laboristas británicos son cada vez más socialdemócratas; los portugueses con Mario Soares a la cabeza, están en declinación y son los más conservadores del mundo; los aguerridos socialistas griegos de Papandreu están desacreditados.

Mauroy, que fue un peso pesado en el socialismo francés y marchó de la mano durante quince años con François Mitterrand y fue tres veces Primer Ministro, es el nuevo Presidente de la Internacional Socialista. Ha perdido fuerza entre sus correligionarios galos. En enero le sustituyó en la secretaría del partido francés Laurent Fabius, delfín de Mitterrand y moderado como pocos.

Los socialistas piensan en el futuro. Se han terminado el marxismo, la lucha de clases, la revolución. Europa Occidental es una enorme isla de prosperidad que debe ser gestionada en medio de un mar de multitudes hambrientas que generan una terrible presión demográfica sobre sus fronteras al este y al sur. La respuesta son las barreras en las aduanas a los pobres indeseables que pretenden establecerse aquí y un creciente sentimiento racista que tiene su más clara manifestación en los violentos skin heads alemanes que atacan a asiáticos y africanos, y en el francés Jean-Marie Le Pen. En Francia, entre la extrema derecha de Le Pen y el movimiento ecologista, que constituye la nueva izquierda, los esquemas políticos tradicionales pueden hacerse pedazos muy pronto.

LA FUERZA PRINCIPAL

Los socialistas tienen su fuerza principal en Europa Occidental. En la Europa oriental les resulta difícil convencer a la gente de que el Estado debe tener un papel, luego de tantas décadas de Comunismo. En África y Asia, los socialismos han cumplido una etapa que se ha agotado en veinte años de vida nacional independiente.

La Internacional Socialista cuenta con 88 partidos y organizaciones en todo el mundo, pero sólo en dieciséis países del mundo participan los socialistas en el gobierno. Solo dos de los doce jefes de gobierno de la Comunidad Europea son socialistas. Lo hacen con todo el poder en España, Francia Noruega e Islandia. En América Latina cuentan con el Primer Ministro jamaiquino, Michael Manley, y con el Presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez.

CAP ha sido considerado por los socialistas europeos como el socio político más importante en América Latina. Felipe González tiene por él un especial afecto y juntos han coordinado políticas frente a puntos críticos como Cuba, El Salvador, Nicaragua, etc. Cuando se produjo el intento de golpe de Estado en Venezuela, Felipe González y su ministro de Asuntos Exteriores durmieron muy poco esa noche porque estuvieron pendientes del teléfono.

Durante la reunión de la IS, Felipe González a su vez señaló que los momentos que se viven en Venezuela “reafirman mi convicción en torno a las posibilidades del socialismo democrático. En Venezuela se ha asistido al mayor crecimiento económico de América Latina en los últimos años, pero al mismo tiempo, se vive una situación explosiva a causa de la existencia de una sociedad que aún no percibe los beneficios de la creación de la riqueza”.

Gobiernan en coalición en Australia, Ecuador, Italia, Holanda, Austria, Luxemburgo, Turquía y Bélgica. En Chile también forman parte de la coalición de gobierno. En los próximos tiempos los socialistas pueden perder el poder en Francia, España y Venezuela.

Los socialistas están divididos hoy entre los pragmáticos y los radicales. Es difícil distinguir entre los pragmáticos y, un liberal o un conservador. Nada diferencia en Portugal al Presidente Mario Soares del Primer Ministro Aníbal Cavaco Silva. Nada separa a los ministros españoles que controlan la economía, la defensa y la política exterior de la derecha. Los ribetes izquierdistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sólo se mantienen en el aparato del partido, encargado de ganar elecciones y conservar la disciplina entre sus militantes. Felipe González sostiene que las políticas de liberalización económica que aplican los socialistas allí donde gobiernan deben ir acompañadas de “políticas de dimensión social”, que es apenas un matiz en la práctica.

Es probable que la definición de lo que debe ser el socialismo sea determinada esta década no por los problemas internos de los países europeos, sino por la respuesta que se decida dar a los desafíos que plantea el mundo menos desarrollado.

“Si no hay estabilidad en la Unión Soviética, en los Balcanes o en el este de Europa y si no hay recuperación económica en el sur, es decir, en el Magreb, en el norte africano, no será posible que Europa sea una isla de prosperidad rodeada por un océano de incertidumbre, de miseria y de problemas”, dijo Felipe González durante la reunión de la IS en Madrid. “Es imprescindible convencer a las sociedades más desarrolladas de que su futuro está íntimamente ligado a la capacidad de respuesta que tengamos en términos de desarrollo en dirección al este y al sur. La solidaridad no puede quedar en un simple concepto para los discursos”.

Intrernacional Socialista
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