ChristoChristo y Jeanne-Claude, The Pont Neuf Wrapped, Paris, 1975-85. Foto de: Wolfgang Volz © Christo.

Christo y el Pont Neuf

El Nacional, 15 de diciembre, 1985, Caracas.

París se despliega bajo el calor de un verano inesperado. El cielo azul deja caer sus rayos sin máscaras sobre los paseantes que se acumulan en torno a un puente, El «Pont Neuf» ha sido empaquetado por Christo.

Christo Javacheff, nacido en Bulgaria en1935, cursó estudios en Sofía y en  Viena antes de llegar a París en 1958. Desde su pequeño estudio en la Isla San Luis soñaba con empaquetar alguna obra grande en París. En 1962, en la calle Visconti cerca del «Pont Neuf» instala «La Cortina de Hierro». Ocupa la calle con barriles de petróleo vacíos quizás pensando en el muro de Berlín. En 1964 parte para Nueva York.

Comienza para Christo una época de auge y posibilidades de instalar obras inmensas, como lo deseaba. Entre ellas empaqueta un árbol en Eindhoven, una fuente y una torre medieval en Spoleto, un edificio público en Berna, una costa en Australia y una serie de islas en Florida. En 1975 nace el proyecto de empaquetar el «Pont Neuf». Para Christo significa: «ofrecer otra mirada, otras costumbres al público habituado a un espacio inmóvil desde hace siglos.  Se trata de redescubrir la arquitectura  del puente recalcando los relieves gracias a las cuerdas y a una tela color piedra, pero también creando nuevas costumbres físicas como la de caminar sobre la tela, en vez de sentir el asfalto bajo los pies. Incluso será posible acostarse para broncearse».

En el proyecto del «Pont Neuf» participaron más de 1.000 personas: los alpinistas de Chamonix, los carpinteros de París, hombres ranas y una empresa francesa. Miles de personas afluyen cada día para ver la obra que este artista ha instalado con sus propios medios económicos. Va pagando sus deudas con la venta de sus dibujos y maquetas. Tiene como futuro proyecto de instalación de «Parasoles» en Japón y en E.U.A.  Su proyecto de empaquetar el Berlín Reichstag ha sido anulado por el «Bundestag» alemán. El Reichstag es el 11avo. Parlamento Alemán. Durante la República de Weimar en 1933 fue conocido como el lugar donde no pasaba nada. En la época de Hitler sirvió también de parlamento, evidentemente inoperante. Hoy día encarna el punto medio entre el Este y el Oeste y por razones políticas no se le ha dado la autorización a Christo para empaquetarlo.

Ahora, metros de tela ocre cubre los faroles y los muros del «Pont Neuf». Una sensación extraña lo habita. El puente se ha convertido en guardián de la estatua de Enrique IV que avanza en su  mismo lugar a medida que la luz se transforma. Mientras la tarde cae, el puente va cambiando de colores; para del crema, al ocre y al rosado, hasta alcanzar el dorado majestuoso del ocaso. El «Pont Neuf» respira bajo el movimiento de la luz enlazada a sus telas que caen como cataratas hacia el Sena. Un barco cruza las aguas mientras sus muros se mecen para saludar a los paseantes acuáticos (el puente nuevo) El «Pont Neuf» siempre ha estado ahí, desde 1606 en que Enrique IV terminó la obra comenzada por Enrique III en 1578. Bajo los mantos de Christo regresa su historia, la dificultad en construir el puente no es tan sólo el hecho físico de hacerlo. El pasaje implica asumir un riesgo, sobrepasar un peligro. Todo puente simboliza el paso de una orilla a otra, el comienzo de un viaje que conlleva un cambio de lugar. Pasar del «faubourg St. Germain» al barrio del Louvre implicaba atravesar formas diferentes de vida y de clase. Así en 1803, Enrique IV decidió cruzar las planchas de maderas colocadas como puente. Algunos osados ya habían muerto ahogados en su intento, pero Enrique IV se sabía elegido. Seguro de sí, respondía a todos aquellos que le advertían que podía caer como los otros, que ninguno de los que había intentado pasar era rey como él. Al terminarse la construcción del puente, lo volvió a cruzar a caballo. Su marcha aún retumba en los espacios de las piedras y en la estatua ecuestre que mira hacia el este.

El «Pont Neuf» pronto se convirtió en lugar de paseo y distracción. Era el único puente, señala Christo, excepto de peaje en 1606, pues fue concebido para ser un lugar hospitalario y de libre tránsito. Así fue llenándose de mercaderes ambulantes, de ramilleteras, cancionistas y prestidigitadores. El alboroto y la vida alegre crearon en torno al puente historia y refranes como el siguiente: «Sobre el Pont Neuf siempre se encuentra una monja, un caballo y una prostituta». Las redadas se hicieron frecuentes y en una de ellas cayó Manón Lescaut quien se despide con el aria siguiente: «Adios Pont Neuf, Samaritana, Butte de Saint Roch, Petits Carreaux, donde pasamos días tan hermosos; Nos vamos a las islas pues ya no nos quieren más en las ciudades».

Bajo el sudario de Christo el puente destila todo ese pasado encendido. El lo sabía. Sabía que las horas irían revelando esa presencia olvidada en sus columnas y murallas. El «Pont Neuf» ha renacido, lo frío de sus piedras antiguas han bebido del verano que acompaña a la ciudad. Los parisinos, que antes pisaban apresurados y ciegos la historia bajos sus pies, ahora se detienen y descubren que este puente existe desde hace siglos. Los carros pasan y se detienen asombrados. El tráfico se tranca, los policías no saben cómo controlar la circulación mientras las cornetas alborotan el aire detenido después de tantos años. El «Pont Neuf» orgulloso ofrece su nueva piel a las miradas lujuriosas que lo recorren. Una nueva voz parece escaparse de sus pliegues; es la certeza de volver a ser admirado y respetado por sus habitantes y paseantes. El «Pont Neuf» vuelve a ser nuevo gracias a los trajes que lo visten. Aún cuando los siglos lo hubieron olvidado en el tiempo y en el desgaste de la costumbre, un hombre llamado Christo lo ha acompañado en su resurrección.

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Christo y Jeanne-Claude, The Pont Neuf Wrapped, Paris, 1975-85. Foto de: Wolfgang Volz © Christo.
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