Aris Fakinos

Aris Fakinos: Grecia no se cuenta, se vive

El Nacional, 13 de febrero, 1983, Caracas.

Aris Fakinos, periodista y escritor griego, exilado desde 1967 por haber atacado la junta militar en el poder, se establece en Francia desde esa época. Ha publicado siete novelas, dos de las cuales han sido traducidas al español: Los Últimos Bárbaros  (Espasa-Calpe) y Zona Vigilada (Edit. Noguera).

Este hombre de sonrisa calma, que cruza las calles de un invierno que no perdona el golpe, trae en su voz la nostalgia de una tierra que le ha entregado todos sus secretos, toda su memoria.
“La tierra, esa palabra me la inculcó mi abuelo, quien la consideró siempre como un elemento vivo, y sobretodo femenino”, comenzó diciéndo Aris Fakinos.

Su última novela, Relato de los Tiempos Perdidos, cuenta la vida de sus abuelos insertados en una historia que les es propia, en oposición a esa otra historia que se les impuso sin que les perteneciese.
La tierra deja de ser tan sólo la fuente de alimento para convertirse en receptáculo de todo pasado, de todo aliento que descubre la vida y la mujer. Vanguelis, el abuelo, hablaba poco pero cada vez que lo hacía era para decir algo importante. Las respuestas a las preguntas que el niño le hacía estaban en su entorno; en la tierra, la naturaleza y los animales. Para Fakinos la tierra es un cuerpo, un cuerpo femenino; la mujer es tierra, ella transmite la vida. Las mujeres forman el marco de sus recuerdos. Criado entre tías, Fakinos penetra el silencio y la fuerza de la mujer griega. Ellas le enseñan a leer y escribir, ellas le entregan todo lo que posee.

“Todo reposa sobre la espalda de la mujer. Hablar de sexo débil – señala – es una forma de cultivar nuestro egoísmo de hombre. Mi abuelo me enseñó a estudiar la tierra para aprender lo que era el hombre. En cada una de sus explicaciones pasaba de la imagen de la tierra a mi abuela o a otra mujer. Lo importante del trabajo de la tierra era comprender que lo esencial no era sembrar sino lo que ocurría después. El hombre siembra para luego irse; en cambio la mujer siempre se queda, germina y luego cultiva su fruto. Los hombres son nubes –dice uno de sus personajes– una vez que ha derramado su pequeña lluvia, el viento se los lleva y desaparecen. En cambio, nosotras… nos quedamos, y todas las nubes del mundo pueden pasarnos por encima, pero siempre tenemos sed”. [1]

“Desde niño sentí que la mujer era el eje de mi vida. Ellas tenían su espacio en el cual el hombre no podía entrar. Eran las transmisoras de toda una cultura, entonces comprendí que soy lo que soy es gracias a esas mujeres. En este libro quizá lo que quiero mostrar es que si queremos guardar nuestra identidad, si aún nos queda un poco, hay que salvar a las mujeres, esa “raza”, si es que todavía existen: “Y es así que el desorden del mundo comenzó, mi pequeño, por la tierra y por las mujeres… Si tú quieres rehacer o destruir este mundo, hay que comenzar siempre por ellas…” [2]

En la opinión del autor de Relato de los tiempos perdidos destruir a los hombres no es lo peligroso porque la tierra los engendra sin problemas, pero en cambio destruir a la mujer, tanto psicológicamente como culturalmente, es cortarle la raíz a la retransmisión de toda una cultura, del recuerdo y del saber.

“Mi abuelo –continúa– hablaba de esa ‘raza’ de mujeres que ha desparecido, pero añadía que aún si existiesen los hombres capaces de darles la talla también se habían extinguido.”
Ningún artista griego puede prescindir del peso de su historia, afirma: “Una constante de la historia griega es que ésta finalmente no tiene un tiempo precioso porque se vive cotidianamente. La historia contemporánea se vive al mismo tiempo que la antigua. La gente tiene la impresión de siempre recrear las mismas situaciones. Alguien dijo que la tragedia en Grecia no se ha acabado; en efecto, es la vida misma, ellos la viven en su casa”.

Fakinos afirma que lo intemporal forma parte de sus vidas. Su madre, por ejemplo, confunde los tiempos, habla de los turcos que no conoció, pero esto no tiene importancia porque para él no existen periodos históricos precisos, lo que existe es un fluir continuo que hace que la vida reproduzca los mismos hechos.

La sensación de que la dirección de su propia historia les ha sido arrancada por otros es una herida permanente en las palabras del escritor:
“La historia comienza a sernos impuesta con la Guerra de la Independencia en el siglo XIX. Cuando los griegos se rebelan contra los turcos, la guerra era nuestra, la opresión nos concernía. En cambio, la guerra del ‘14 no nos pertenecía. Los griegos no sabían por qué peleaban y eso los hacía sufrir más que la guerra misma. Hoy en día, por ejemplo, la disputa contra los turcos por Chipre no nos concierne, sabemos que es un juego entre las grandes potencias. Incluso durante la última dictadura no hubo revueltas porque sabían que ésta nos había sido impuesta desde afuera, y cualquier intento por cambiar la situación nos llevaría a aquello que las grandes potencias deseaban. No valía la pena pelear para tener la misma situación que antes. En cambio, la revuelta de los estudiantes en 1973 si fue una toma de conciencia. Si ellos querían que la situación política cambiase en Grecia, era necesario inventarnos una guerra nuestra y pro griega. Los americanos quisieron evitar esa guerra y permitieron la caída de los militares. Pero estoy seguro de que aquí a 5 años el problema volverá a surgir. ¿Cuál será el pretexto? Lo ignoro.

¿Qué función cumple la literatura en la Grecia actual?
El compromiso de los escritores, en el sentido literal de la palabra, que consiste en encontrar un tema comprometido, comenzó con la última dictadura. En ese momento nos dimos cuenta de que el viejo mundo político se había acabado al igual que el viejo mundo literario. El mundo entre las dos guerras, es decir la generación del 30 y los 50, produjo una literatura impermeabilizada a las preocupaciones del país. Los temas giraban en torno a los problemas de la burguesía de la ciudad. No hubo un solo libro entre los 30 y los 50 que hablase de un aspecto específicamente griego. En cambio, antes del 30 sí. En este período Grecia descubre la literatura europea y quiere imitar lo que sucede allá. Las novelas incluso escogen sus personajes en París. En 1950 comienza otro movimiento en el extranjero, sobre todo en los países del Este donde se habían refugiado, luego de la Guerra Civil (1947-49), escritores como Dimitri, Hadjis. En el exilio se escribe sobre la Guerra Civil y sobre lo que el país había vivido después del 40. En esta época incluso un escritor como Kazantzakis quien no estaba imbuido (y al mismo tiempo si lo estaba) en los hechos fue quien escribió Los hermanos enemigos, la primera novela sobre dicha Guerra. El conoció esta guerra, pero incluso aquellos escritores que no participaron en ella la vivieron desde la infancia. Las consecuencias de esa guerra acompañaron sus vidas. Así se comprende, entonces, que no es necesario buscar temas para escribir pues éstos se estaban imponiendo, el drama siempre estaba ahí.

¿Cómo logra afirmar cuáles son los límites y ventajas de la literatura griega contemporánea en el contexto de esta Europa multilingüe?
La literatura ha entrado en un período nuevo. El rol de los escritores en el exilio ha sido muy importante. Todos nuestros escritores han estado, de una forma u otra, en el exilio, ya sea fuera o dentro del país. Esto les permitió enfrentarse al problema griego con calma y distancia, y comprender lo importante que era nuestra cultura popular. Personalmente, siempre fui enemigo de la europeización de la literatura griega. El fantasma de nuestros escritores es el de no ser leído fuera del país. Es cierto que el griego es una lengua particular y la hablamos sólo nosotros. Incluso yo hice lo mismo en mis comienzos, pero fue en Francia donde empecé a escribir para los  griegos. En Grecia mi sueño era escribir para el gran público; no había comprendido que la mejor manera de dirigirse a esa mayoría era dirigiéndome a aquellos que estaban a mi lado y hablar de mis experiencias. Si este libro es diferente de los otros es porque lo escribí casi para mí, pero constaté que la gente al leerlo me decía que Grecia estaba muy presente. Aquí hablo de fenómenos específicamente griegos que son intemporales. Si la literatura griega tiene una oportunidad de hacerse conocer en el extranjero, y de aportar algo, es justamente utilizando el material del país.

¿Cuál es la relación de los griegos con la literatura extranjera?
El amor por la literatura extranjera es un fenómeno muy griego. Existen en el país grandes ediciones de traducción. Casi todos los latinoamericanos están traducidos al griego. Cuando en Francia se conoció a García Márquez ya nosotros lo conocíamos desde hacía tiempo. Los intelectuales y los escritores dieron a conocer la literatura latinoamericana pues les interesaban no sólo los problemas que planteaban sino ese mundo mitológico en el cual nosotros nos sentimos cómodos. Cuando un griego lee Cien Años de Soledad lo encuentra cercano, le es natural, no le produce un choque. También hay un gran interés por la literatura de los países del Este y por la de Turquía. Esta gran escogencia les ha permitido a nuestros escritores percibir que hay problemas comunes y primordiales y que los suyos también tienen una dimensión internacional. Esto les ha dado confianza, saben que pueden ser comprendidos en otros países y que por ello no hay que cambiar sino al contrario regresar a las fuentes.

¿Cuál ha sido el proceso de desarrollo de la poesía griega de este siglo?
Ha seguido el mismo camino que la narrativa. Podemos arrancar de la influencia única que tuvo Cavafy quien utilizó una lengua muy suya, como lo hizo también Padiamandis, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, dándole una dimensión internacional a la historia griega. La utilización de la historia para hablar de la vida moderna le devuelve su intemporalidad. Después de Cavafy hubo un regreso al lirismo de la antigüedad. Poetas como Sikelianos, Pallamas y también Kazantzakis retornaron a la fuente lírica antigua. La poesía se mantuvo en este lirismo hasta los años 30 cuando aparece una nueva generación con Risos a la cabeza. Esta generación, que estaba en contacto con el pueblo, comprende la necesidad del cambio en la poesía y ésta se convierte en un arma necesaria.
La poesía con Ritsos y los otros adquiere un carácter de compromiso. Ritsos pone la lengua popular al servicio de la poesía, redescubre lo poético del griego que todos hablaban. En sus textos nombra los objetos cotidianos, una marmita o una lámpara: “… reúne alrededor de ella /las memorias y los insectos sensibles de la noche, ella / borra las arrugas de los viejos, engrandece las frentes, /recubre de un suave resplandor las páginas vacías / y la púrpura escondida de los poemas…” (3) Hoy en día la poesía es vital en la medida en que Ritsos le devolvió al lenguaje popular su carácter noble. Seferis, otro poeta importante, señala en sus ensayos que el futuro de la lengua griega está en el reencuentro de los poetas populares.

¿Cómo es el proceso de comunicación que se da entre los poetas y el pueblo?
En Grecia existe un problema lingüístico muy grave. Al final del siglo XIX, después de la liberación del país, los letrados que regresaban del extranjero quisieron encontrar, erróneamente, una lengua y una cultura aferrada aún a la antigüedad. Esta élite que venía de Occidente llega en un momento en que tras la liberación de los turcos, en Grecia, se encuentran sin interlocutor. Sin embargo, había una cultura popular sumamente fuerte que fue marginada en todos los aspectos y a la cual se le inyectó la cultura occidental. Se quiso mostrar al mundo que los griegos eran como sus antepasados, pero al descubrir que la lengua que hablaban no era el griego antiguo inventaron un griego clásico, una lengua purista llamada Katharevoussa. Partían del griego contemporáneo pero utilizaban las terminaciones del griego clásico. Por ejemplo, a pessi (niño) se le coloca la terminación neutra pessir.
Hasta hace poco la gente del pueblo no podía comprender los textos publicados. Este deseo de recuperar las fuentes antiguas, creando una lengua artificial, produjo un abismo entre los letrados y el pueblo. Esta lucha, en torno a la lengua, ha durado hasta hoy en día y se mezcló con la vida política. En el colegio se enseñaba la lengua purista creando así generaciones de iletrados. Es un milagro que hoy en día existan en Grecia escritores pues todos estuvieron sujetos a esa doble cultura. En el Colegio se hablaba de una forma y en la casa de otra. Hasta los años 60 se habló solamente de los escritores que escribían con la lengua purista, los otros no existían, eran consideradores como folklore. Por consecuencia no conocían a Cavafy, ni a Seferis, y menos aún a Ritsos quien era comunista. Era en los institutos extranjeros que se enseñaba la literatura griega. Yo, por ejemplo, leí a los escritores de mi país primero en francés en el instituto donde me hicieron conocerlos. Las traducciones eran más baratas y más fácil de conseguir.

¿Cuál es el vehículo de transmisión de la poesía?
Lo que ha hecho que la poesía sea popular es la música. Theodorakis dio a conocer a Ritsos, dándole a sus textos una música de carácter popular. Este vaivén entre la poesía y la música popular ha sido muy útil. La poesía se vende porque la gente se ha familiarizado con los textos gracias a la música. Después de cada concierto los libros de poesía se agotan, por ello la responsabilidad de los músicos es enorme.
Ahora la radio también está sirviendo de medio. La radio consagra varias horas al día a la literatura. Cada noche hay una hora en que un actor lee, sin comentarios, un libro de un escritor griego. La gente escucha estas emisiones, para ellos no es literatura, sino que son las historias de los problemas que los afectan.

¿Quién dirige el movimiento cultural que está en Grecia actualmente?
Es un movimiento de carácter espontáneo, sobre todo a nivel popular es tan fuerte que no permite que la clase dirigente haga concesiones a la derecha.
En la radio y la televisión (que aparece en 1970 durante la dictadura) se ha producido un cambio.  Los militares tenían una cadena de TV. Existía una nacional y otra militar. Esta última fue abolida, tan sólo, hace tres meses. Por vez primera los intelectuales entran a trabajar en los medios de comunicación que antes era manejada por el poder político. Ahora los artistas ente 30 y 50 años forman parte de ese medio. La radio tiene corresponsales en casi toda Europa. Han utilizado a los escritores en la radio y la televisión también con el fin de introducirlos en la vida pública del país de la cual habían sido desplazados por el poder y la represión. Grecia no se cuenta, se vive.

Notas
(1) Récit des Temps Perdus. Edit. Seuil. París, 1982., p. 138.
(2) Ibid., p.93
(3) Yannis Risos. La Maison Morte et autres poèmes. Maspero, París, 1972.

Carol Prunhuber

Aris Fakinos. Foto de archivo EFE

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